viernes, 8 de enero de 2010

Vivencias en un tren

Dentro de un mes mi vida empezará a cambiar. Después de un comienzo de año un tanto nefasto y de esa concienciación para volver a la rutina, a la que tanto me cuesta volver, me encuentro en un tren lleno de personas, de gente que se dirige hacia el que quizá sea su destino, al menos por el momento.

Cerca de mí se encuentra una manchega “mu salá”, como diría ella, que nada más subir al tren me ha dirigido la palabra, y ahora se encuentra discutiendo de fútbol y deportes varios con algunos de los pasajeros. A sus casi 60 años, tiene más vitalidad encima que yo a mis 19. Es realmente agradable oírla hablar, transmitiendo alegría, fuerzas para aspirar en la vida y algún que otro piropo: “Tú eres muy guapa eh” (risas).

Reflexionando con ella se encuentra una andaluza, modelo de profesión, que viaja hacia Barcelona. Dice que odia la hipocresía de los pueblos, y que le encanta vivir en Las Ramblas.

Junto a nosotras está también un jovencísimo de 2 metros 10, que viene de Jaén, y acaba de conocer a un señor que le va a “abrir camino” en ese mundo que tanto le gusta: el baloncesto.

Nunca pude imaginar que en un simple tren de vuelta a la ciudad en la que me espera un largo mes de exámenes, podría ser partícipe de tantas y tan curiosas personas, desde la “abuelita” alegre hasta el jugador que ha encontrado en ese señor a su ángel de la guarda.

Nunca sabes qué te deparará el destino, pero lo que sí sé es que a pesar de este agradable viaje, pienso en ti. Fuera nieva y hace frío, y yo, demasiado sola.

Doy gracias a los reyes magos porque gracias a este aparatito ahora puedo plasmar mi pensamiento en cuanto llega la inspiración. Y eso que al principio estaba tan negada.

1 comentario:

  1. Cuanto me alegro. Siempre hay luz donde creemos que sólo hay sombra. Ánimo irene, verás como las cosas van aumentando su nivel de positividad hasta puntos insospechados.
    te quiero fea!

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